Introducción
Durante la última década han ocurrido virajes importantes en la concepción de México como país y en la importancia otorgada a la diversidad cultural y a la educación intercultural. Entre las fundamentales están las siguientes:
- En 1992 se reforma la constitución para incluir, en su artículo 4°, la definición del país como multicultural y plurilingüe. Se trata de un reconocimiento trascendental en un país que durante años procuró lograr la unidad nacional mediante la homogeneización cultural. - En 1997 la educación primaria destinada a poblaciones indígenas cambia su denominación, de educación bilingüe bicultural, a educación intercultural bilingüe
- En el año 2001, con la administración actual, se crea la Coordinación General de Educación Intercultural Bilingüe, que por primera vez plantea la educación intercultural para toda la población y la educación culturalmente pertinente para los indígenas a todos los niveles educativos.
- En el año 2003 se expide la Ley de Derechos Lingüísticos, que entre otras cosas reconoce el derecho de la población indígena a la educación bilingüe, independientemente del nivel educativo o del tipo de escuela al que asista.
Detrás de estos cambios se encuentra sin duda la emergencia de una nueva ética a cuya base está el respeto a la alteridad diferente y el convencimiento de la bondad de su crecimiento y desarrollo desde su diferencia.
Estamos comenzando a darnos cuenta de las implicaciones educativas de la definición de nuestro país como multicultural y plurilingüe. Es evidente que un país que se define a sí mismo de esta manera adquiere la obligación de fortalecer las diversas lenguas y culturas que lo constituyen. Si bien esta es una responsabilidad de todo el Estado (gobierno y sociedad), lo es particularmente del sistema educativo.
Lo anterior sin duda es producto de una creciente presencia indígena en la sociedad nacional. No se trata de concesiones que hace el gobierno, a través de los poderes legislativo y ejecutivo, a la población indígena. Debemos entender estos importantes virajes más bien como respuesta a las demandas cada vez más claras y visibles de los pueblos originarios del país, si bien es preciso reconocer que sus demandas van mucho más allá de lo que se ha reconocido y de las decisiones que se han tomado.
La política educativa y los programas correspondientes
Estas demandas, para ser enfrentadas con seriedad en materia educativa, implican necesariamente importantes innovaciones:
1) En educación básica:
- Es necesario reconocer la calidad de la educación destinada a las poblaciones indígenas como un problema serio. La política educativa diferencial para indígenas ha fracasado en su capacidad de llevar educación de calidad y con cobertura suficiente a esta población. La investigación educativa realizada en el país al respecto nos habla de los diversos procesos de apropiación de las políticas educativas, de la necesidad de abordar los contenidos educativos desde la perspectiva de las poblaciones indígenas; de las dificultades que representa para los niños indígenas el enfrentarse a una metodología escolar tradicional que poco tiene que ver con sus formas culturales de aprender; de la emergencia de múltiples de proyectos innovadores que surgen localmente, como los que analizaremos en este seminario, ante la necesidad de desarrollar programas más significativos, relevantes y de calidad - Un número importante de indígenas están siendo atendidos educativamente por escuelas regulares. Esto ocurre en todos los niveles educativos, inclusive en los de preescolar y primaria en los que sí existe un subsistema educativo diferente para población indígena. El sistema educativo regular no atiende a los indígenas en tanto tales, ni es consciente ni sensible de su diversidad lingüística y cultural. A menudo, la escuela es sitio de reproducción de actitudes discriminatorias y racistas. Es necesario que los directivos y docentes de escuelas regulares de todos los niveles educativos estén capacitados y cuenten con los instrumentos necesarios para poder reconocer la multiculturalidad como una ventaja pedagógica, así como para poder establecer espacios en los que se vivan relaciones interculturales basadas en el respeto y conducentes a la valoración de la diversidad.
- Las lenguas indígenas se encuentran, en su gran mayoría, en proceso de desplazamiento, como consecuencia de muchos factores dentro de los cuales la escuela no es la excepción. Muchos maestros de escuelas indígenas hablan una lengua distinta o una variante distante de la que se habla en la comunidad donde trabajan. Muchos otros, incluso siendo hablantes de la lengua de la comunidad, no la utilizan en la escuela. En la inmensa mayoría de los casos, y a pesar de que las disposiciones de la educación intercultural bilingüe dicen lo contrario, la lengua indígena se utiliza con fines instrumentales, para facilitar el acceso al español, y se deja de usar una vez que éste se adquiere de manera suficiente como para continuar el proceso educativo. Los maestros indígenas no saben escribir su lengua y por lo mismo no la enseñan en forma escrita. La investigación existente documenta con alguna claridad este problema. También indica la necesidad de un desarrollo mucho mayor de la investigación en lingüística aplicada que facilite y favorezca la formación de docentes para el bilingüismo pleno. El fortalecimiento de las lenguas indígenas, vehículos idóneos para la plena expresión de su cultura, requiere por tanto de importantes desarrollos y profundas innovaciones.
- El dominio del español es un objetivo esencial a lograr por la escuela en un país donde ésta es la lengua oficial, si bien es cierto que ello no debe ocurrir en detrimento del manejo y perfeccionamiento de la lengua propia. Si bien en México se desarrollaron metodologías de acceso al español y de su dominio progresivo, estas dejaron de promoverse a finales de los años ochenta, y en la actualidad es raro encontrar en las aulas procesos sistemáticos de aproximación al domino del español como segunda lengua.
- México tiene diez años de educación básica obligatoria. Sin embargo, la modalidad indígena de educación termina con la primaria. Si bien es dudosa la conveniencia de prolongar el subsistema hasta la secundaria, lo que sí parece cierto es que los objetivos de bilingüismo y de conocimiento y valoración de la cultura propia son propósitos de toda la educación básica y deberían seguir desarrollándose de manera intencionada en la secundaria. Ello conduce a desarrollar variantes de la educación secundaria regular que admitan y promuevan la educación bilingüe en secundarias que operan en regiones indígenas.
- Uno de los retos más importantes a todos los niveles, pero de manera particular en la educación básica, se refiere a la educación intercultural para toda la población. Se trata de la necesidad de una reforma curricular que conduzca a un plan y programa de estudios que transversalmente recoja la riqueza de la diversidad cultural del país. El propósito es que todos los alumnos del país conozcan algo los aportes de los conocimientos, valores, producción artística y cosmovisión de los 62 pueblos indígenas que viven en nuestro país, que descubran la riqueza cultural del país en el que viven y que, como consecuencia de ello, aprendan a respetar y a valorar a los culturalmente diferentes. El currículum intercultural para todos debe permitir desmontar actitudes discriminatorias y racistas en toda la población nacional.
La incorporación de contenidos étnicos al curriculum nacional difícilmente puede realizarse sin la participación de los grupos indígenas. Su desarrollo exige un intenso proceso de consulta, que está en marcha, con los pueblos, quienes deben definir qué de su cultura quieren hacer extensivo al resto de la población.
- Ninguna reforma educativa se encuentra completa si no incluye al magisterio, su formación y su actualización permanente. En el caso de los maestros indígenas, el reto es especialmente difícil debido a que no existe una formación inicial para ellos. Los maestros indígenas son reclutados con el bachillerato concluido. Recientemente se estableció la obligación, una vez en servicio, de cursar la licenciatura semiescolarizada en educación indígena que ofrece la Universidad Pedagógica Nacional. Esta licenciatura es nacional y no incorpora el conocimiento de la lengua y la cultura propia. Por tanto, se hace necesario establecer un programa de formación inicial de docentes indígenas. Este se encuentra en desarrollo, y consiste en diseñar una especialidad, que se cursa junto con la licenciatura en educación preescolar o primaria, en educación intercultural bilingüe. El conocimiento de la lengua y de la cultura propia, junto con la didáctica de la enseñanza de la lengua propia, el enfoque intercultural, y la enseñanza del español como segunda lengua, entre otras cosas, constituyen los contenidos propios de esta especialidad.
El curriculum de formación inicial de maestros también está siendo reformado, con enfoque intercultural, incorporando transversalmente esta temática.
La actualización docente, tanto de maestros indígenas para que puedan enfrentar la enseñanza bilingüe e intercultural, como de maestros no indígenas para que puedan abordar la educación intercultural para todos, es indispensable si se quiere modificar lo que hoy en día está ocurriendo en las aulas. Además de nuestros programas propios de formación y actualización docente en materia de educación para la diversidad y del enfoque intercultural en la educación, los sistemas nacionales de actualización están siendo aprovechados para incluir en ellos programas, cursos y talleres orientados a estos objetivos.
2) En el bachillerato (grados 10 a 12).
El Programa Nacional de Educación 2001-2006 se propone triplicar la matrícula de indígenas en este nivel educativo. Si bien los programas de becas permiten que más indígenas accedan a las instituciones ya existentes, la mayor parte de ellas en ciudades de medianas a grandes, la mejor forma de cumplir con este propósito es estableciendo planteles de educación media superior en zonas con alta densidad de población indígena. Las grandes orientaciones de estos planteles son las siguientes:
- El estudio de la lengua y de la cultura propia. La lengua es tanto objeto de conocimiento como vehículo de formación.
- La formación básica durante el primer año. Es necesario reconocer que los indígenas han sido víctimas de un sistema educativo desigual que no los ha dotado de las herramientas básicas fundamentales para proseguir estudios en este nivel. Por esa razón, el primer año de este nivel educativo fortalecerá las habilidades fundamentales, así como las de razonamiento matemático y pensamiento lógico.
- Se procurará la comprensión científica del entorno natural y social.
- Se favorecerán las habilidades superiores de pensamiento, especialmente las de razonamiento, de expresión creativa (en lengua propia y en español) y el aprender a aprender.
- Los planteles guardarán una estrecha relación de comunicación y servicio con las comunidades en las que se encuentran.
- Se desarrollará un área tecnológica de capacitación en áreas productivas y de transformación del medio ambiente apropiadas a la comunidad y región.
Además, es necesario propiciar, en todo el sistema a este nivel, enfoques interculturales que permitan acoger a aquellos culturalmente distintos y propiciar la presencia de espacios de encuentro entre culturas y de diálogo intercultural con el conocimiento universal.
3) A nivel universitario.
El Programa Nacional de Educación 2001-2006 prevé también triplicar la matrícula de estudiantes indígenas en educación superior. Nuevamente, una estrategia importante para contribuir al logro de esta meta es la del establecimiento de universidades en zonas indígenas. Se encuentra en desarrollo un modelo de universidades interculturales que desarrolla los siguientes principios:
La orientación intercultural (de apertura a la diversidad y de diálogo de la cultura indígena con la cultura universal)
- De vocación regional. El diseño de cada universidad responde tanto a la problemática como a las potencialidades de desarrollo de la región en cuestión.
- Cuya misión es la formación de intelectuales y profesionales comprometidos con el desarrollo de sus pueblos y sus regiones.
- Que persiga la investigación sobre las lenguas y las culturas regionales, y que dicha investigación pernee transversalmente las actividades de docencia y difusión.
- Que con el tiempo desarrolle proyectos de investigación y de formación en las áreas de las humanidades, la social, la ecológica y la productiva.
- Que tenga un espíritu de vinculación y servicio a la comunidad de la que forma parte.
Hay también un trabajo importante que hacer en las universidades nacionales para lograr convertirlas en espacios verdaderamente interculturales y activamente promotores de nuestra diversidad.
4) Con población abierta.
La educación intercultural para todos implica también trabajar con la población en general, y no solamente con aquella porción que se encuentra en la escuela. Ello implica producir materiales relativos de nuestra diversidad y nuestra riqueza de manera mucho más intensa de lo que se ha hecho hasta ahora, y comenzar a lograr a través de los medios masivos de comunicación una presencia mucho mayor de nuestras poblaciones originarias en sus múltiples expresiones.
Las dificultades
Puesto que todo lo que hemos señalado supone innovaciones, pues corresponde a virajes importantes en nuestra concepción de la nación y en nuestra política educativa, existen innumerables dificultades para ir logrando avances importantes. Entre las más importantes se encuentra el racismo incrustado en la legislación, así como en la normatividad y en las estructuras mismas de las instituciones. Por otra parte, si bien es cierto que la presencia indígena ha aumentado de manera considerable en la sociedad nacional, todavía en gran parte las características específicas de los servicios que reciben, el estado de vigencia de los derechos humanos en estas comunidades, y en general sus condiciones generales de vida en pobreza, resultan invisibles a la población nacional que inadvertidamente es ignorante de lo que ocurre con sectores importantes de la población del país. También es necesario reconocer que arrastramos un esquema de financiamiento que tradicionalmente ha discriminado a las poblaciones indígenas, y que resulta complicado comenzar a revertir. El gasto en educación para estas poblaciones siempre ha sido inferior al que reciben otros sectores poblacionales. Intentar comenzar a compensar esta injusticia supone restar importancia financiera a otras áreas de desarrollo educativo, que obviamente imponen resistencia a los intentos de transformación de los esquemas establecidos.
Las esperanzas
Hay, sin embargo, razones para mantener el optimismo respecto a la posibilidad, si bien a la necesaria lentitud, de cambios importantes. La presencia indígena, como ya indicamos, sigue creciendo en el país. Ello aumenta la conciencia de la población en general tanto sobre la problemática que enfrentan estas poblaciones como de su valor y riqueza. Y entre los grupos indígenas, aumenta su autovaloración y fortalece su identidad. Los pueblos indígenas, por su parte, responden con entusiasmo y apertura a estas propuestas y participan activamente en su desarrollo cuando se les abre la posibilidad de hacerlo. Los maestros no indígenas, en general, responden con emoción a los planteamientos de la educación intercultural para todos, como si se tratara de una propuesta que estuvieran esperando desde hace tiempo. Existe un fuerte respaldo político, a los más altos niveles (desde la propia Presidencia de la República) a las acciones emprendidas en este sentido. La investigación educativa, aunque escasa sobre todo en ciertas áreas, parece avalar la solidez científica de muchas de estas propuestas, y los procesos transformadores generan interés de la comunidad académica en acrecentar estas búsquedas.
El cambio necesario es profundamente cultural. Se trata de un viraje histórico, de una voluntad de construcción de un país donde la interculturalidad, es decir, la relación de respeto y valoración entre culturas distintas, sea un ingrediente fundamental de su proyecto democrático. Por lo mismo se trata de iniciar procesos que sólo a lo largo de muchos años irán consolidándose. Lo importante no son los logros espectaculares, sino las transformaciones profundas.